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jueves, 21 de febrero de 2008

LA FUNDACION DE BOLIVIA

Lic. Gonzalo Gantier G.
Socio de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”

La Historia trata de ser una “ciencia”. Pertenece al área de las “ciencias sociales o humanas”. De aquí sus alcances y sus limitaciones. Se nota claramente que no es una ciencia fáctica, como la Química , la Física o la Astronomía.

Las categorías de tiempo y espacio son muy importantes en la Historia. La condicionan, a veces, casi la determinan, como condicionan y “determinan” a la conducta humana.

El objeto de la Historia son los hechos humanos que se realizan en determinado lugar y en determinado tiempo. Con mayor precisión, son los actos realizados por determinados seres humanos, convertidos esos “actos” en “acontecimientos” por el grupo social que los vive.

También debo hacer notar que la Historia no es una ciencia que se refiere al “pasado”. Es la ciencia que tiene por objeto los “acontecimientos” de los grupos sociales en un “continuo” de pasado, presente y futuro, íntimamente relacionados. Es la Vida de la Humanidad o la de las sociedades y los grupos humanos.

1.- El “acontecimiento” al cual me voy a referir en estos quince o veinte minutos es al de la Fundación de Bolivia, producido a principios del Siglo XIX, el 6 de agosto de 1825, para ser más preciso, en el territorio llamado Charcas o Alto Perú, en el centro de la América del Sur. Fue el producto de todo un “proceso” que se fue dando en el tiempo en la América Española. Para referirme a este acontecimiento y tratar de comprenderlo, no puedo referirme al hecho aislado y solamente a la situación y a las circunstancias “endógenas” o “internas”. Necesito del enfoque holístico o global, para explicar lo que aconteció en la fecha y en el lugar antes indicados.

La Audiencia de Charcas pertenecía al Virreinato de Buenos Aires en ese tiempo y poco antes había pertenecido al Virreinato del Perú. Esos dos virreinatos pertenecían al Reino de España, como partes de la América Española. Desde hacía trescientos años estos territorios americanos fueron descubiertos, conquistados y colonizados por España. Eran parte de ella.

La transculturación se fue dando desde la llegada de los primeros conquistadores, con la consiguiente “panmixia” lograda durante esos largos trescientos años, que continuaría y que continuará en el tiempo futuro.
Desde comienzos de la “Edad Moderna”, España fue gobernada por los “Hausburgos”, para pasar, desde comienzos del Siglo XVIII, a ser gobernada por los “Borbones” franceses. Este cambio influyó en la Historia de España y de sus Colonias.

Tengamos en cuenta, sobre todo, las rivalidades de las Naciones Estado europeas y el creciente poder de Inglaterra como potencia cada vez más fuerte.
Con los borbones cambió la política de España respecto a la América. Se intentaron nuevos métodos de gobierno. Se crearon nuevos funcionarios (las intendencias), que sustituyeron a los corregidores y a los alcaldes mayores.
Los borbones franceses trataron de debilitar el poder de la Iglesia en la América Española.

Se expulsó a los jesuitas en 1767. Esto causó descontento entre los hispanoamericanos, ya que los jesuitas iban realizando una gran labor en pro de los “indígenas” y gracias a los miembros de la Compañía , fueron surgiendo dirigentes con ideas nuevas de independencia.
Uno de los objetivos de Carlos III fue debilitar el poder obtenido por los criollos, cada vez más notorio en la América.
Las industrias coloniales no tenían protección y los productos europeos predominaban en todas partes.
Los criollos se sentían cada vez más relegados de los cargos importantes e iba aumentando cada vez más su número. La minoría de españoles no podía mantener sus posiciones de privilegio y su poder político.
Fueron naciendo y desarrollándose los “nacionalismos” o ese interés y “amor” por las regiones y territorios de quienes habían nacido en ellos, y habían nacido sus padres.

2.- Para que se manifestara ese “americanismo” se necesitaba una oportunidad y llegó pronto: la invasión napoleónica a España.
La Península Ibérica fue invadida por el corso Napoleón Bonaparte. Fue tomado preso el Rey Fernando Séptimo y el pueblo español empezó a luchar por su independencia.
“La Junta Central promulgó un decreto diciendo que las posesiones americanas tenían derechos de representación”. “La Constitución de Cádiz les negó una representación igual y la libertad de comercio”.
“Ese vacío de poder en España produjo un daño irreparable a las relaciones entre España y América”. “Los americanos no tenían a los Borbones, no querían a Napoleón y no se fiaban de los liberales”, afirma Santiago Pastraña. “Como consecuencia, nos dice, se adoptó la solución independentista”.

3.- LAS CAUSAS.- Pueden ser divididas en externas e internas. Entre las primeras, la “Declaración de la Independencia de los EEUU y la Revolución Francesa pueden citarse como los dos modelos que influyeron en la Independencia de la América Española.
Las ideas de los “Enciclopedistas” y las relaciones de los dirigentes independentistas como Francisco Miranda, José de San Martín, Simón Bolívar, Mariano Moreno, Alvear, O´Higgins y otros con los pensadores europeos.
La coyuntura política, citada antes, que vivía España en esos momentos, al ser invadida por Napoleón, y que produjo la “Guerra de Independencia Española” (1808-1814), posibilitaron la organización de “Juntas” en las principales ciudades americanas.
El éxito de Rafael de Riego en las Cabezas de San Juan en 1820, impidió el embarque de las tropas españolas destinadas a la América. Esto facilitó a los patriotas americanos la realización de las últimas campañas militares.

Las causas “internas” se van dando en el interior mismo de la sociedad Hispanoamericana, como fruto del desarrollo socio económico y político en el cual se encontraban inmersos.
Pueden citarse la crueldad y el despotismo con que fueron tratados los “indígenas”, el establecimiento de un régimen de monopolios, gabelas y trabas que dificultaban el desarrollo de la economía americana y frenaba el crecimiento de su capacidad productiva”.
También debemos nombrar las nuevas medidas liberales adoptadas por los Borbones, que estimularon a la “clase” o “grupo” de los criollos, para acrecentar su deseo de libertad mercantil.

Un factor sumamente importante fue la abdicación forzada de Fernando VII en 1808, porque “Las Indias” estaban muy vinculadas a la Corona Española y dependían mucho de ella.
La crítica de los jesuitas al poder político español en América. De ahí que llegara su expulsión en 1767 y la reacción especialmente de los criollos en contra del gobierno de la Península.

Recordemos las enseñanzas de los jesuitas, siguiendo a Santo Tomás de Aquino y al padre Francisco Suárez en aquello de que “cuando falta el Rey, la soberanía está en el pueblo”. Las enseñanzas en las universidades y en las “Academias Literarias”, la importancia de la masonería, ejercieron gran influencia en la formación y en el pensamiento de los principales líderes de la independencia.

En resumen, el “Estado Español” está en crisis desde 1808. Nacen los “nacionalismos americanos”, los criollos se van sintiendo “dueños” de las regiones habitadas por ellos y van defendiendo sus situaciones, diciendo que son descendientes de los “indios americanos” o de los primeros conquistadores. España ya es para ellos un obstáculo para el crecimiento económico.
Por otra parte, el crecimiento cada vez mayor de Inglaterra como potencia dominadora de los mares y del Mundo en esos momentos y la hostilidad en contra de España, tanto del Reino Unido, como de los EEUU de Norte América, después.
Del Imperio Español de Carlos V y de Felipe II, prácticamente no quedaba nada.
Lo narrado anteriormente vale para toda la América Española , de ahí la “Guerra Civil” que se iniciará con un motivo u otro desde esos primeros años del Siglo XIX, porque se dará en todas partes, desde Méjico hasta la Patagonia. Una de esas partes fue el de la Audiencia de los Charcas o Alto Perú, hoy Bolivia. Aquí, la guerra duró diez y seis años.

“Nos encontramos ante una auténtica ”guerra civil”, nos dice don Salvador de Madariaga. “Es demasiado simplista suponer que en las guerras de emancipación se enfrentaron españoles, de una parte y americanos, de otra”. “ . . . los contingentes enviados desde la Península no llegaron a totalizar 45 mil hombres; con soldados americanos se aplastará la primera insurrección mejicana y americanos serán los ejércitos de Bobes en Venezuela, de la Serna y de Valdés en el Perú. Hubo regiones que se caracterizaron por su tenaz lealtad al régimen español y hubo peninsulares que lucharon en las filas insurgentes”.
“Puede afirmarse que el conjunto del mundo hispánico se comporta como una unidad entre 1808 y 1843” , dice Madariaga.

4.- QUÉ OCURRIÓ EN ESTOS TERRITORIOS.- “A partir de 1820 la suerte de España en América se fue definiendo desfavorablemente, afirma Fellman Velarde en su Historia de Bolivia. Mientras Bolívar, vencedor de Boyacá, entraba en la capital de Colombia preparado para echar las bases de una gran federación de los países del norte continental y San Martín ultimaba sus preparativos para invadir el Perú, una fuerza de veinte mil hombres que estaba en Cádiz, lista para embarcarse rumbo a la América y acabar con los patriotas, se sublevó bajo la influencia de las ideas liberales”.

Se refiere al Motín de Riego. Realmente, este hecho debilitó mucho a las fuerzas realistas de la América y la “Guerra Civil” se fue decidiendo a favor de los americanos. También debemos mencionar la división que se fue dando entre los españoles en esta parte de la América entre “los liberales” y los “absolutistas”.
Las batallas de Junín (6 de agosto de 1824) y la de Ayacucho (9 de diciembre del mismo año), acabaron con las hostilidades. Toda la América Española se independizó del poder político de la metrópoli. Pero, ¿en qué situación quedaba?
Para tratar de responder a esta pregunta, primero quiero referirme brevemente a la entrevista de Bolívar con San Martín en Guayaquil y, después, a la organización del Nuevo Estado Boliviano.

BOLÍVAR Y SAN MARTÍN .- “Cordial y afectuosa en apariencia fue la entrevista de los dos guerreros”, nos dice Alcides Arguedas en su Fundación de la República. “Bolívar, nos dice Arguedas, en el banquete ofrecido en honor de San Martín, la noche del siguiente día al de su encuentro, alzando su copa brindó diciendo:”Por los dos hombres más grandes de la América del Sur, el general San Martín y yo”.

“Por la pronta conclusión de la guerra; por la organización de las diferentes Repúblicas del Continente y por la salud del Libertador de Colombia”, contestó el sobrio y moderado San Martín.
“En esa misma noche partió San Martín, y el viento que soplaba las velas de su barco iba a llevarlo, no ya a las costas donde la muchedumbre agradecida lo recibiera con cánticos de esperanza, sino a las playas lejanas del destierro voluntario, del voluntario enterramiento en vida, noble y trágico a la vez”, sigue diciendo el historiador nombrado.

“¿Qué se dijeron, cómo y por qué chocaron estos dos hombres? ¿Cuál fue la causa de sus ruptura de por vida?”. Se pregunta don Alcides.
El diálogo que sostuvieron duró unas cuatro horas, el 27 de julio de 1822.
Yo quiero referirme brevemente al tema de la forma de gobierno que podrían adoptar los “Estados” a organizarse. San Martín era más un soldado que un político. Bolívar, al contrario, no sólo era un guerrero, sino un estadista y un filósofo. Liberal, republicano, alumno de Simón Rodríguez Carreño, Bolívar era hijo de la Revolución Francesa y del liberalismo europeo, San Martín más conservador en su pensamiento, pero muy con los pies en el suelo al referirse a la situación de la América Española en esos momentos.

“Considere usted, general, le dijo San Martín a Bolívar, la poca civilización de las colonias españolas, la heterogeneidad de sus razas, el modo cómo está dividida la propiedad, la unidad de religión, la aristocracia del clero, la ignorancia de la generalidad de los curas, el espíritu militar de las masas, que es consecuencia de estas guerras civiles prolongadas”. ”Todos estos elementos presagian una anarquía desconsoladora cuando hayamos concluido la guerra de la independencia; y acaso entonces tendremos que arrepentirnos de haber querido fundar repúblicas democráticas en estos países”.

Bolívar rebatió con agilidad y entusiasmo los argumentos de San Martín, sobre todo aquellos que se referían a la forma monárquica de gobierno, haciéndole ver que no convenía esta forma para pueblos tan pobres y con elementos raciales de tan poca significación.
San Martín se refirió a la “proximidad inminente de un período de revolución y anarquía” que realmente se dio en muchos sitios de los “estados recientemente liberados e independientes. Supo por su interlocutor que había estallado una “revolución” en su contra en Lima, no aceptando los militares sus ideas monárquicas.

“Si esto tiene lugar, dijo San Martín, he concluido mi vida pública; dejaré el suelo de mi patria, me marcharé a Europa a pasar el resto de mi vida en el retiro, y ojalá que antes de cerrar los ojos pueda yo celebrar el triunfo de los principios republicanos que usted defiende” “El tiempo y los acontecimientos dirán cuál de los dos ha visto con más exactitud el futuro”.

Bolívar opinó: “Ni nosotros ni la generación que nos suceda verá el brillo de la República que estamos fundando: yo considero a la América en crisálida; habrá una metamorfosis en la existencia física de sus habitantes; y al fin, una nueva casta de todas las razas producirá la homogeneidad del pueblo. No detengamos la marcha del género humano con instituciones que son exóticas, como he dicho a usted, en la tierra virgen de América”.

San Martín, realmente, se marchó de la América para siempre.
Bolívar se quedó como “El Libertador”, dueño y señor de toda la América “independiente”. Quería que existieran, cuando más, tres “Estados” por estos lugares: aquellos que hasta entonces se llamaron Virreinato de Nueva Granada, Virreinato de Lima y Virreinato de Buenos Aires. Por tanto, no le gustaba nada la idea de que Charcas o El Alto Perú fuera un Estado nuevo y libre, que se gobernara por sí mismo. Pero, los guerrilleros como Manuel Asensio Padilla y los doctores de Chuquisaca y La Plata, no opinaban igualmente. Por eso que, cuando el General Antonio José de Sucre, después de la batalla de Ayacucho, se dispuso a llegar al territorio del Alto Perú, don Casimiro de Olañeta fue a recibirlo en el Desaguadero, para conversar con él y expresarle sus ideas. Olañeta tenía desde hacía mucho las ideas muy claras sobre el destino que debía seguir Charcas o el Alto Perú.

Si reflexionamos sobre la “Conferencia de Guayaquil, notaremos que los dos “Libertadores” de América, Bolívar y San Martín dialogaron especialmente tratando de responderse a una pregunta clave: “Ahora que hemos vencido en la guerra civil, qué hacemos con la Independencia y la Libertad que hemos conseguido”.
Sucre, sobre todo soldado y caballero muy respetuoso de los intereses y de los deseos de los habitantes de estas regiones, nunca quiso imponerles nada, habiendo respetado siempre lo que ellos querían; de aquí sus desavenencias con Bolívar y las llamadas de atención de su jefe respetado y admirado.

Las actitudes, los pensamientos y las acciones de los tres líderes, Bolíviar, Sucre y Olañeta, estarán muy presentes en la Fundación del Nuevo Estado que hoy se llama Bolivia.
Los dos “libertadores” venezolanos se convirtieron en “mitos” y en grandes héroes posteriormente en el “Estado” a crearse; el hábil e inteligente abogado chuquisaqueño en una especie de “judas” o pérfido intrigante, pero, los hechos nos demuestran que este último fue el que realmente quería y luchó denodadamente, para que Bolivia existiera.
“…personalmente Olañeta deseaba la autonomía, cosa que la demuestra a través de toda su vida, nos dice doña Teresa Gisbert, al tratar este tema.
Bolívar, realmente un hombre extraordinario, pensaba en un “Estado Continente”, como el que se formó en el Norte; Sucre, el soldado caballero y respetuoso no quería imponer sus criterios, sino obedecer como soldado, pero comprendiendo a los habitantes del territorio liberado; Olañeta y los abogados de Chuquisaca o La Plata, como Serrano y Urcullu, el derecho de ser libres e independientes para ser los de este suelo los únicos que podían organizarse y gobernarse como vieran conveniente.

Bolívar se había disgustado con su lugarteniente Sucre de haber concedido a los altoperuanos reunirse en una Asamblea para organizarse en nuevo Estado. Después cedió. Sucre los convocó para que la Asamblea fuera una realidad. Casimiro de Olañeta había ido a recibirlo hasta el Desaguadero y las palabras y argumentos del hábil jurisconsulto chuquisaqueño tuvieron mucha influencia en el ánimo del Mariscal de Ayacucho, tanto para que se diera el “Decreto del 9 de febrero”, como para la conducta y decisiones futuras del Gran Mariscal.

Mi padre, don Joaquín Gantier, dice en uno de sus libros: “La masa popular sólo sabía que la guerra había terminado, que estaba allí el héroe de la última batalla, y muy justamente rendían pleitesía a sus virtudes. Los hombres que rodeaban a Sucre estaban deseosos de ver reunida la Asamblea que convocó, y entre ellos, Casimiro Olañeta con verdaderas ansias de verse ya diputado”.

El general patriota y español, don Juan Antonio Álvarez de Arenales le dijo a Sucre que todo retardo en inaugurar las sesiones de la Asamblea, era un mal, “porque cada vez y en cada pueblo se convencía más y más de que la reunión de la Asamblea era el único partido de salvar las provincias”.
Después de resolver algunos problemas menores, la Asamblea se reunió en Chuquisaca.
Se inauguró en Chuquisaca el 10 de julio de 1825. Fue presidida por el representante chuquisaqueño don José Mariano Serrano, quien también participó en el congreso de Tucumán en 1816. Varios de los miembros de la Asamblea reunida en esta ciudad, anteriormente habían sido realistas.

“El objeto principal para el que había sido convocada la asamblea, o sea la deliberación sobre el futuro de las provincias altoperuanas, comenzó a tratarse en la sesión del 18 de julio, puesto que se esperaba la resolución oficial del congreso argentino, que llegó el día 17 a conocimiento de los directores de dicha asamblea”, dice don Joaquín Gantier. Dicha resolución daba plena libertad a las “cuatro provincias del Alto Perú, que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata.
Después de las palabras de Serrano se leyó un mensaje del General Sucre.
Después, con palabras muy convincentes y mucha facilidad de concepto y de palabra, habló Casimiro Olañeta, quien dijo que no era posible pensar en la anexión y dependencia de los territorios de Charcas a las Provincias del Río de la Plata. Inmediatamente tomó la palabra Gutiérrez, diputado por La Paz , diciendo que Charcas debía pertenecer unida al Perú, pero esta opinión fue rebatida por Moscoso y apoyada tanto por Olañeta como por Serrano, representantes chuquisaqueños, quienes rebatieron con calor, la anterior propuesta, defendiendo la independencia total de estos territorios.

“Serrano, afirma Joaquín Gantier, dejando la presidencia a Mendizábal, usó de la palabra y expuso razones de carácter geográfico, de costumbres, de civilización, de disensiones intestinas y de idiosincrasia de los habitantes del Alto Perú opuesta a los del Bajo Perú y del Río de la Plata, para demostrar lo conveniente que era la independencia”.

“Olañeta, sigue diciendo don Joaquín, al ocupar la tribuna, opinó directa y enérgicamente por la independencia sin mencionar siquiera condiciones de equilibrio ni tintas medias, lo que produjo gran alborozo, tanto en la barra como en los diputados. Dijo que el Alto Perú tenía todos los medios para declararse soberano, como riquezas materiales, hombres que se formarían “para la administración pública y desempeño de los cargos del Estado, no siendo inconveniente el estar los pueblos en su nacimiento político, por estar casi en el mismo estado los gobiernos vecinos, y ser excusada su asociación a ellos por este defecto”.

“Olañeta, afirma don Joaquín, fue el paladín en el debate de la independencia”.
Las deliberaciones y discusiones siguieron hasta fines de julio. En agosto se votó por tres opciones:

1.- Formar parte de la Argentina. Se resolvió la separación por unanimidad.
2.- Formar parte del Perú o separarse. Velarde y Gutiérrez, diputados por La Paz, votaron por la unión del Alto Perú con el Bajo Perú.
3.- Erigirse en un Estado Independiente y Soberano de todas las naciones, tanto del Nuevo como del Viejo Continente. Mayoría absoluta de votos.
Se designó la comisión encargada de presentar el proyecto del acta, a la cabeza de José Mariano Serrano y formada por Olañeta, Mendizábal, Urcullu, Dalence, Centeno y Asín.

La redacción, grandilocuente, inflada de giros y expresiones vistosas, agresiva en contra de España, que se notan en la lectura del Acta, fue de José Mariano Serrano. Todos los miembros de la Asamblea la firmaron al pie.
Bolivia había nacido como un nuevo Estado después de una cruenta y larga Guerra Civil.
Bolivia existía, pero sus problemas y la heterogeneidad de su población eran parte de ella. Las rencillas, desavenencias y polaridades antitéticas eran parte de ella, como siguen dándose hasta hoy. La mayor parte de los habitantes de este territorio seguimos esperando una “Síntesis Creadora” para acabar con toda clase de polarizaciones, vengan de donde vengan.

Que la Síntesis esperada llegue, comience y se vaya tornando creadora depende de todos nosotros, los bolivianos de todas las regiones y de todos los puntos cardinales, del Sur, del Norte, del Este y del Oeste, porque no sólo es la Esperanza de quienes vivimos aquí dentro, sino de todos los habitantes de buena voluntad de la América y de todo el Mundo.

La pregunta que se formularan San Martín y Bolívar sigue en pie con una pequeña variante: Ganamos la “guerra civil”, ¿pero qué hemos hecho con nuestra Independencia y Libertad en estos 182 años de vida republicana?
¿Qué estamos haciendo hoy día con ellas?

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viernes, 15 de febrero de 2008

ANTONIO JOSE DE SUCRE


ANTONIO JOSE DE SUCRE


Dr. Ramiro Samos Oroza

Socio de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”

Es Dn.Antonio José de Sucre, Gran Hombre y Mariscal de Ayacucho, la figura más simpática de nuestra historia, no sólo por sus dotes de eximio estratega, hábil político, diplomático y eficiente administrador, sino y sobre todo por ser un ALMA GRANDE. Grandeza de espíritu, que es el sello característico de todos los actos de su vida al obrar con magnanimidad en el triunfo (Capitulación de Ayacucho); bondadoso con los humildes (actos de filantropía reiteradamente efectuados); carente de rencor y de deseos de venganza (su actitud luego del motín del 18 de abril); amigo y subordinado leal (su relación con Bolivar); fiel cumplidor de sus deberes ( el mando del Ejército Patriota y su desempeño en la Presidencia de Bolivia); modesto y sencillo (su cotidiano vivir); mártir y santo de la libertad americana (Berruecos).

Al Gran Hombre está dedicado este trabajo, en ocasión al día de su natalicio que celebramos el pasado domingo. Pero como comprenderán, tanto y tan bien se ha escrito de él, que aquí no puedo sino hacer una brevísima semblanza de su personalidad, porque cada una de sus múltiples facetas es vasto tema, que sobrepasan el simple propósito de este homenaje.

Sucre, héroe epónimo cuyo nombre lleva con orgullo nuestra ciudad, nació en Cumaná el 3 de febrero de 1795, hijo de Vicente Sucre Urbaneja y María Manuela Alcalá, se casó con Mariana Carcelén (Marquesa de Solanda) y con ella tuvo una sola hija: Teresa. Pero, él además tuvo en Chuquisaca como a hijo natural con Manuela Rojas, a Pedro César, nacido el 10 de junio de 1828[i]. Huérfano de madre desde muy temparana edad, siguiendo su carácter reflexivo y mesurado, siguió con éxito sobresaliente cursos de ingeniería, sin descuidar la lectura de las obras clásicas de la antigüedad. Muy jóven, se alistó entusiastamente en el ejército patriota al mando de Francisco de Miranda, y cuando Bolivar recomenzó la campaña para reconquistar lo que se había perdido en Coro y Maracaibo, Sucre fue uno de los que tomó puesto avanzado a órdenes del Libertador. A sus 19 años era ya Comandante del oriente venezolano y dice Bolivar de él, refiriéndose a esta época de su vida:

"El era el alma del ejército en que servía. El metodizaba todo: él lo dirigía todo, mas con esa modestia, con esa gracia con que hermosea cuanto ejecuta. En medio de las combustiones que necesariamente nacen de la guerra y de la revolución, el general Sucre se hallaba frecuentemente de mediador, de consejero, de guía, sin perder nunca de vista la buena causa y el buen camino. El era el azote del desorden y, sin embargo, el amigo de todos"[ii]

El período de audacias guerreras y aventuras temerarias por la libertad, tuvo en Sucre a una figura de primer orden: Remando toda una noche sobre un baúl en el mar de las Antillas después del naufragio del barco que fue a la isla de Trinidad para conseguir armas lo vemos, como dice Alfredo Jáuregui Rosquellas en su biografía de Antonio José de Sucre "....comandando el batallón 'Colombia' en los desiertos de Maturín; planeando la campaña para el ejército del general Bermudez; agenciando recursos en Jamaica; cumpliendo las órdenes de Bolivar, y marchando sobre Quito, que defendía Aimerich..."[iii]

En todo este quehacer es tan grande y generoso, como en noviembre de 1820 en Trujillo, firmando con el general español Pablo Morillo, el célebre 'Tratado de regularización de la guerra' , en cuyos 14 artículos está impreso el humanismo del Gran Hombre: Los vencidos serían respetados y tratados con piedad.

El 24 de mayo de 1822 al mando del ejército patriota, Sucre logra una de sus más grandes victorias militares en Pichincha al derrotar al general español Aymerich, consiguiendo así la independencia del Ecuador. Pero no fue solamente una muestra del genio militar, sino también de su gran bonhomía porque la capitulación de Pichincha, es una página brillante en la historia de las generosidades de Sucre, que luego repetiría en la capitulación de Ayacucho.

Cuando luego de la entrevista de Guayaquil entre Bolivar y San Martín, éste se retira del Perú, el Libertador asume para sí la responsabilidad de libertar al Perú, poniendo a la cabeza de su Ejército al General Sucre que ".....entró en Lima vitoreado y lleno de fe en el triunfo, muy lejos, por cierto, de pensar que llegaría un momento en que sus méritos fuesen discutidos y sus facultades restringidas"

Luego de la batalla de 'Junín' del 6 de agosto de 1824, empezó la preparación de la que habría de ser la que sellara en definitiva la independencia de esta parte del Nuevo Mundo. Luego de algo más de cuatro meses en que los ejércitos realista y patriota, tuvieran movimientos estratétigos, encuentros y retiradas, ofensivas, fugas y otras operaciones bélicas, se produjo el 9 de diciembre de 1824 la batalla de Ayacucho, en la que los patriotas mandados por Sucre no obstante su gran inferioridad numérica y de armamentos, lograron derrotar al ejército español mandado por el propio Virrey La Serna. Pero aquí, no quiero hacer una apología al genio militar, y sí al hombre magnanimo y piadoso, que encontramos en la 'Capitulación de Ayacucho' suscrita con el general español Canterac.

La generosidad de Sucre, otorgó estas conceciones a los vencidos:"Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a su país, y será de cuenta del estado del Perú costearle el pasaje(Art.2º). Ninguna persona será incomodada por sus opiniones anteriores, aun cuando haya hecho servicios señalados a favor del rey (Art.4º). Todos los jefes y oficiales prisioneros en la batalla de este día, quedarán desde luego en libertad, y lo mismo, los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército (Art.15). Los generales, jefes y oficiales conservarán el uso de sus uniformes y espadas; y podrán traer consigo a su servicio a los asistentes (Art.16).[iv] La grandeza de un hombre se la aquilata realmente, en momentos en los que se halla en la cima de su gloria y poder, más que en las adversidades de su vida.

Sucre cruza el Desagüadero y siendo como era de su plena e íntima convicción la independencia del Alto Perú, dicta el famoso Decreto de 9 de febrero de 1825, convocando a Asamblea a los diputados de Charcas para que resolvieran su destino; este decreto es a juicio de Valentín Abecia la primera acción legislativa que dio consistencia a la República de Bolivia. No ignoraba el Mariscal los conflictos que tendría con el Perú y la Argentina por esta decisión y así le escribe a Bolivar:"...la situación del país(las provincias altas) está tan embrollada que ya estoy preparado a recibir mucho látigo de los escritores de Buenos Aires, y dispuesto a perder del Perú la gratitud de mis servicios"[v]. Lo que no supuso fue el disgusto que le causaría al Libertador, que significó que el Gran Mariscal renunciara a las funciones que Bolivar le había encomendado en Charcas; renuncia que como es bien sabido no fue aceptada y el tema no pasó de ser entre ellos un enojoso momento inicial, luego superado.

Cuando la Asamblea Constituyente encomendó a Bolivar la redacción de la primera Constitución, Sucre propuso al texto modificaciones, supresiones y adiciones."En la Constitución sancionada por el Congreso de las diecinueve proposiciones de Sucre, se incorporan en el texto nueve; ocho son rechazadas; y dos influyen en la modificación de redacción"[vi]

El Gran Mariscal, muy a pesar suyo, por el alto sentido de cumplimiento del deber que tenía asumió la Presidencia de la República el 29 de diciembre de 1825 (a sus 30 años, ha sido el Presidente más jóven de toda nuestra historia) y estuvo al mando de la Nación hasta el 18 de abril de 1828, cuando ocurrió el nefando motín del cuartel de Granaderos (San Fco.), en que una descarga de balas le rompió el brazo derecho, que con heroismo había blandido la espada gloriosa de Pichincha y Ayacucho, firmado el decreto del 9 de febrero de 1825, y un sinnúmero de disposiciones en beneficio de la recién nacida República. Ese motín, fue alentado por enemigos externos de Bolivia, con la complicidad de hipócritas y ambiciosos bolivianos, que por lo mismo eran adulones en presencia del Mariscal. Uno de los autores de la revuelta fue Casimiro Olañeta, quien se refería al Mariscal como al 'carajillo de Sucre', por el encono que le tenía, ya que el vencedor de Ayacucho, lo fue también de él conquistando a Manuela Rojas, con quien tuvo un hijo al que reconoció -como quedó dichó-

Es enorme la obra administrativa de Sucre en el ejercicio del gobierno. Fueron su constante preocupación los temas de la siempre deficitaria hacienda pública y así:"....adoptó las siguientes disposiciones ejecutivas con vista a la recuperación financiera del país: levantamiento de cuadros demostrativos de ingresos departamentales en los cinco años anteriores al ingreso del ejército libertador, para el cálculo fundado de las rentas comunes anuales y la adopción de reformas conducentes a su acrecentamiento; remisión mensual de presupuestos departamentales de ingresos y egresos para fines de control; adecuación estricta de los gastos a las disposiciones legales; cobranza perentoria de los débitos a las cajas públicas, especialmente los de contribuciones; limitación de emprèstitos a los casos de necesidad rigurosa; supresión de gastos superfluos.."[vii] Y como, era fiel cumplidor de sus propias disposiciones "...al denegar la autorización que le había pedido la Municipalidad de Potosí para contraer un préstamo con destino al pago de los gastos de la recepción de Bolivar en esa ciudad, dice Sucre:' Sería una vergüenza y una arbitrariedad espantosa permitir imponer un empréstito forzoso para recibir al Libertador"6 Siguiendo en el tema de la hacienda pública, trató de establecer un impuesto único, mas como éste fracasara "..optó, como medida extrema, subordinar los bienes de la iglesia en beneficio del Estado, confiscando para ello las propiedades urbanas y rurales de todas las órdenes religiosas del país, así como las capellanías y otros derechos eclesiásticos"[viii] Es que el Mariscal era hombre de arrojo y determinación en su vida pública y privada.

La educación y la seguridad pública, fueron también preocupación del Mariscal. Pero quizás donde su obra administrativa tiene mayor importancia es en la administración de justicia, que lo llevó a instalar a la Corte de Chuquisaca el 27 de abril de 1825 y, a la Corte Suprema de Justicia el 16 de julio de 1827. Las palabras que en aquella oportunidad pronunciara el Gran Sucre, dirigiéndose a los primeros ministros del Tribunal, hoy siguen teniendo validez.


Dijo:"...Bolivia...ve en este Tribunal respetable, que gozando de una absoluta independencia del gobierno, tiene en sus manos todas las garantías contra el influjo del poderoso, y los abusos de la autoridad...Mi alma fluctúa entre las esperanzas de vuestra conciencia, y el temor de vuestros deberes; y más adelante: La vida, la fortuna, el honor de los bolivianos quedan depositados en vosotros….."[ix]

Durante su gobierno, que se caracterizó por la honradez, clemencia, tolerancia y bondad, ni en medio de los peligros, se degradó a quebrantar las instituciones y a manchar su administración por un solo acto, cuando en toda ella no traspasó nunca una ley. No hizo jamás gemir a ningún boliviano, ninguna viuda ni ningún huérfano sollozó por su causa. ¿ Cuántos de quienes hasta ahora le sucedieron en la presidencia, de verdad y con legitimidad, podrían decir lo mismo?

Se dice también, que en "El Cóndor de Bolivia", el primer periódico boliviano que se editaba en esta ciudad, muchos artículos eran de la inspirada pluma del Gran Mariscal.

Cuando por primera vez entró a esta ciudad se le tributó un apoteósico recibimiento, se le abrieron los salones más aristocráticos y las damas más distinguidas se desvivieron por él. Pero luego la maledicencia del chuquisaqueño, influído por el clero que vio mermadas sus arcas, las ambiciones y mediocridad de algunos políticos, le hicieron la vida muy difícil. Hábiles como siempre para los apodos, lo llamaban despectivamente 'el zambo' o, 'el mulato', por sus evidentes rasgos negroides.

"Personalmente Sucre era un hombre recto y honesto, de vida inmaculada. Sin hacer ostentación de una recalcitrante virtud, vivió en austera pureza, ayudado por su devoción a los estudios y su absoluta concentración desde la infancia a la causa de la libertad. Los tesoros pasaron por sus manos y él permaneció en la pobreza. Tenía toda la brillantez de la fama y no utilizó su prestigio para adueñarse o mancillar el honor de cualquiera ...Era modesto, por su manera de vestir se le hubiera tomado por un simple oficial. Era orgulloso, tanto como puede serlo el orgullo legítimo, y nadie, ni Bolívar mismo podía humillarlo sin que reaccionara contra la ofensa. Generoso a tal grado, que fue el más ardiente defensor de un hombre que trató de asesinarlo e inmediatamente le suministró recursos para que abandonara el lugar de su crimen. Severo e inflexible en castigar al que se rebelase contra la disciplina o pusiera un obstáculo en el camino de la libertad. Liberal con el dinero hasta el punto de que casi siempre no tenía para sí mismo. Pero su economía era extremadamente rígida cuando se trataba de los fondos públicos.....Apasionado con sus amigos, pero no los tenía cuando la amistad chocaba con el deber...."[x]

Sucre deja esta ciudad el 30 de septiembre de 1828, retornando a Quito al encuentro de su esposa e hija. Sin embargo, ha de dejarlas al producirse el ataque peruano a Colombia."Nombrado Comandante de la Campaña en el carácter de Jefe Militar del Sur, cuyos plenos poderes son conferidos por Bolivar, obtiene la victoria definitiva en el Portete de Tarqui, en un resonante triunfo sobre La Mar y Gamarra. Fue su última acción de armas pero prosiguió su actividad pública cuando fue elegido miembro del Congreso Colombiano y Presidente de dicho Cuerpo Legislativo.

...cansado de la pérfida conspiración, de las intrigas y de las ambiciones contrarias a su afable temperamento, resolvió el retorno a la vida hogareña en Quito, decisión que sus amigos censuraron y trataron de desalentar aconsejándole no salir de la ciudad, temerosos que se atentara contra su vida. Le aconsejaron considerar siquiera el cambio de ruta, pedido que él se negó a escuchar.

No creía tener enemigos personales. Jamás había hecho daño alguno, por eso emprendió el camino sin temores. Pero la política y el temor de quienes veían en él un obstáculo a sus ambiciones, ya habían resuelto su eliminación. Cuando se había adentrado despreocupadamente cuatro kilómetros en la quebrada de Berruecos, tres disparos dieron fin a su ejemplar existencia. Un proyectil penetró en la cabeza y dos en el pecho cortaron la vida al varón inmaculado, al genio militar, al gobernante probo y sabio. Era el 4 de junio de 1830
"[xi]

GLORIA ETERNA A DN.ANTONIO JOSE DE SUCRE: CREADOR DE NUESTRA REPUBLICA, de quien con acierto dijera Alfredo Jáuregui Rosquellas: HEROE Y SABIO, MARTIR Y SANTO DE AMERICA!

Sin embargo, el mejor homenaje que a Sucre podemos rendir es llevar siempre en nuestro espíritu lo que él quiso que fuera nuestra República: Un país libre, donde se respeten la vida, la propiedad y las ideas ajenas, porque como él mismo dijera en su mensaje de despedida al Congreso Extraordinario de 1828: “…los hijos de Bolivia aman su independencia, y (que) no caerán ni en los astutos y secretos lazos que se les preparan.” XI

Es pues nuestro deber ciudadano, permanecer vigilantes para no ser arrastrados en astutos y secretos planes, a la vorágine de desintegración de las instituciones fundamentales de la República, porque así estaremos cumpliendo también con su ya famosa frase: “ Aun pediré otro premio a la nación entera y a sus administradores: el de no destruir la obra de mi creación; de conservar por entre todos los peligros la independencia de Bolivia; y de preferir todas las desgracias, y la muerte misma de sus hijos, antes que perder la soberanía de la República que proclamaron los pueblos, y que obtuvieron en recompensa de sus generosos sacrificios en la revolución” XI Si parece un pedido hecho hoy. Cumplámoslo como integrantes que somos de la nación entera, no veamos indolentes ni con desidia lo que ocurre en nuestra amada Bolivia, fundadada por a quien ahora rendimos este justo y sincero homenaje de gratitud, admiración y respeto.

Notas bibliográficas :
I "La mujer en el motín del 18 de abril".Joaquín Gantier.'Antonio José de Sucre'. Soc.Geográfica y de Historia Sucre. Edit.Judicial 1995.Pág. 459
II Simón Bolivar, biografía de Sucre publicada en "Héroe y Mártir de la Libertad Americana" Guillermo A.Sherwell. Caracas - 1995,Pág. 154.
III Op.Cit. Pág.11 Edit.López y Cia. - Cochabamba 1928
IV "Sucre:Soldado en los Andes Peruanos".Manuel Burga .U.A.S.B. Enrique Ayala Mora,editor Pág.165
V"Organización de la República boliviana". María Luisa Kent . U.A.S.B. Enrique Ayala Mora,editor Pág.189
VI "Proyecto de Constitución para la República Boliviana",Lima-1826,Simón Bolivar.Edic. facsimiliar,Caracas - 1978
VII "Sucre y la organización de la República en 1825".Estudio Preliminar por Gunnar Mendoza L. Edit.Judicial ,Oct.1998,Sucre-Bolivia.Pág.XXIV
VIII "Notas Sobre el Mariscal Sucre en Bolivia", René Arze Aguirre U.A.S.B. Enrique Ayala Mora,editor Pág.181
IX "Corte Suprema de Justicia.Pasado y presente". Edit.Judicial Sucre-Bolivia 1989.Pág.118
X "Sucre Héroe y Mártir de la Libertad Americana" Guillermo A.Sherwell. Caracas - 1995,Págs.163-164.
XI "Corte Suprema de Justicia.Pasado y presente". Edit.Judicial Sucre-Bolivia 1989.Pág.78
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miércoles, 13 de febrero de 2008

A CIEN AÑOS DE LA GUERRA CIVIL DE 1898-1899:

LOS DERECHOS DE LA CAPITAL DE BOLIVIA COMO ASIENTO DE LOS ÓRGANOS DEL PODER PÚBLICO DE BOLIVIA.
Disertación de Joaquín Loayza Valda realizada en el Coloquio: Sucre Capital: Democracia, descentralización y autonomías.
Sucre, 24 de octubre de 2007.

“El Estado es la realización ética del individuo”, afirma Hegel al explicar, en su Filosofía de la Historia, la recíproca relación existente entre la libertad civil y la sociedad organizada políticamente. Este axioma nos enseña, entre otros asuntos, dos verdades irrefutables: primera, que el Estado no es sino la representación, más o menos uniforme, de los valores éticos de los individuos que lo componen y, segundo, que la finalidad del Estado debe necesariamente ser lícita. La legitimidad de las instituciones del Estado es, precisamente, la condición que concilia los propósitos superiores de éste con los intereses éticos del individuo, por tanto, su origen sólo puede fundarse en las decisiones soberanas de la sociedad. Entendido así el Estado y el modo cómo los individuos deben relacionarse con él y entre sí, se infiere que la única manera posible de resolver las contradicciones, incluso las antagónicas, es a través de la convivencia pacífica, la legalidad y la legitimidad, es decir, a través del respeto a la libertad y a la democracia.


Establecidos así los fundamentos que hacen posible la existencia del Estado, corresponde considerar que en Bolivia, que se reputa una sociedad política democrática y, por tanto, legítima, todas las contradicciones económicas, sociales, políticas, culturales y regionales deberían resolverse a través de las instituciones democráticamente establecidas y al amparo de la discusión libre y soberana entre los individuos que constituyen las clases sociales, las organizaciones políticas, las agrupaciones sindicales, las entidades cívicas y otros factores de expresión de la ciudadanía. Sobre la base de este razonamiento corresponde preguntarse: ¿no sería necesario un mínimo de ética posible en la conciencia y en el accionar de los ciudadanos que representan los intereses del departamento de La Paz para comprender que el asiento de los poderes públicos debe radicar en la capital de la república y prescindir de este modo los desencuentros que agobian a la nación boliviana? Sí, sin lugar a ninguna duda, un mínimo de ética posible, en libertad y democracia, debería ser suficiente para comprender que los órganos del poder del Estado deberían radicar en la capital de Bolivia. Sin embargo, esta verdad incuestionable, como muchas evidencias históricas que tienen relación con el estado de atraso de la sociedad boliviana, ha permanecido desterrada de la conciencia de la ciudadanía durante más de cien años de abuso e ignominia y sometida a una realidad fundada en la premisa que la victoria otorga derechos, como único e inútil argumento con el que se pretende encubrir la carencia de origen soberano y por tanto legítimo, de la residencia de los órganos del poder del Estado, legislativo y ejecutivo, en la ciudad de La Paz.


Con extrema tolerancia, sobre la base de argumentos históricos, jurídicos, políticos y geopolíticos, en vista de la inexistencia de una mínima vocación ética de quienes representan a los intereses de la ciudad de La Paz para reconocer la legítima residencia de los órganos del poder público en la ciudad de Sucre, los habitantes de Chuquisaca han optado someter a la decisión soberana de la nación boliviana la resolución de este asunto a través de dos instituciones legítimas y democráticas como son la Asamblea Constituyente y el referéndum. Todos los departamentos, excepto el departamento de La Paz, en mayor o menor grado apoyan la reivindicación de Chuquisaca y de la ciudad de Sucre con relación al retorno de los altos órganos del poder público al lugar donde legítimamente deben radicar.


Los derechos que le otorgan a la ciudad de Sucre el carácter de capital de la república de Bolivia y, por tanto, que establecen las condiciones para establecerse como residencia legítima de los órganos del poder público forman parte constitutiva del proceso de formación de la nación boliviana, que constituida en Estado tiene como capital, precisamente, a la ciudad de Sucre. Esta afirmación debela que la capital de Bolivia fue, además, el núcleo urbano, económico, administrativo, político, cultural y geopolítico desde donde se constituyó la nación boliviana. A este respecto deben señalarse dos aspectos fundamentales:


Primero, que “… los procesos de identidad nacional y cultural de las sociedades organizadas políticamente en Estados poseen, al menos, dos cualidades: primera, tienen una evolución dialéctica que no concluye nunca y, segunda, son la combinación heterogénea, contradictoria, antagónica, pero siempre resoluble, de relaciones sociales de producción, fuerzas productivas, entidades ideológicas y valores culturales diferentes que se enfrentan, se renuevan, se envilecen y dan paso a renovadas formas de organización económica, política y cultural destinadas también a evolucionar y desaparecer en un transcurso doloroso, vigoroso, vivo y, por lo tanto, humano. Esto ha sucedido y está sucediendo en toda la humanidad y ¡cómo no! también en la nación boliviana.” [1]


Segundo, que “La formación de la nación boliviana se produjo por la concurrencia de cinco factores de valor y aplicación universal: primero, la existencia de un espacio geográfico específico y, por tanto, diferente a otros sistemas geográficos de la región, constituido por el altiplano y las cordilleras occidental y real de los andes, los bosques amazónicos y los llanos de moxos, chiquitos y el chaco, integrados por la divisoria hidrográfica sudamericana y las cuencas fluviales que descienden hacia el oriente desde las estribaciones andinas; segundo, la ocupación demográfica del espacio geográfico a través de cinco procesos migratorios conocidos: la presencia arawak en todo el territorio, la invasión kolla del altiplano y los valles centrales, la conquista quechua del altiplano, valles centrales y parte de los llanos orientales, la ocupación guaraní del chaco y ciertos sectores de la chiquitanía y de los valles centrales y la conquista europea a través de la monarquía española de todo el territorio; tercero, el desarrollo de las relaciones sociales de producción y de las fuerzas productivas, desde las formas preestatales y comunitarias de organización social y económica, pasando por las relaciones precapitalistas sustentadas en la producción de la plata en Potosí y en el sistema de intercambio que integraba a las regiones de Charcas con el sur peruano y el norte argentino y, finalmente, el desarrollo del capital comercial, industrial y financiero establecido sucesivamente luego de la creación de la república a través de tres periodos claramente identificados: el proteccionismo estatal, el liberalismo, el capitalismo de Estado y el neoliberalismo; cuarto, la organización política de la sociedad, desde las formas gentilicias típicas de las sociedades preestatales, transcurriendo por el Estado inca, el Estado monárquico colonial español y el Estado nacional, democrático y republicano organizado el 6 de agosto de 1825; y quinto, el desarrollo de la conciencia ideológica a partir de los preceptos y axiomas del conocimiento prehispánico, continuando por la escolástica, el positivismo y a través de todas las corrientes del pensamiento vigentes en el siglo XX.” [2]


La reivindicación de la ciudad de Sucre como capital de la república de Bolivia y sus derechos a la residencia de los órganos del poder público, considerados a la luz del proceso de formación de la nación boliviana son irrefutables. La fundación de la ciudad de La Plata, hoy Sucre, no fue un hecho casual y tampoco obedece a una casualidad la fundación de la ciudad de La Paz. La primera fue constituida como villa inmediatamente después de los sucesos de Pocona en el territorio de los indios yampara, una región que se reputaba estratégica desde los tiempos prehispánicos y que otorgó a sus habitantes una vocación guerrera necesaria para el estableciendo del equilibrio cultural, demográfico y político. En efecto, la ciudad de La Plata no sólo fue el centro urbano desde donde se dinamizaron los procesos de conquista de Lípez, Tarija, Atacama, Chile o que patrocinó la consolidación de la conquista del oriente de charcas y el desarrollo de la explotación argentífera en Potosí, Porco y Chayanta, sino, su calidad de capital de la Audiencia de Charcas posibilitó el necesario equilibrio geopolítico vigente en la sociedad charqueña y boliviana desde los albores del siglo XVI hasta las postrimerías del siglo XIX. La segunda, en cambio, fue fundada como un centro urbano eminentemente comercial en las proximidades del acceso natural al territorio de la Audiencia de Charcas para facilitar los flujos de exportación de minerales y de importación de mercaderías de Europa. Como puede comprenderse, flanqueado el territorio de Charcas por la cordillera occidental y los desiertos de Lípez y Atacama por el occidente, por las serranías de Jujuy y el bosque chaqueño por el sur y sureste, por las llanuras de Chiquitos y Moxos y los bosques amazónicos por el este y noreste, la sociedad de Charcas disponía de un solo acceso natural hacia el interior de su territorio: la ciudad de La Paz.


Como se tiene afirmado, este equilibrio geopolítico posibilitó la existencia de la sociedad de Charcas sobre la base de la estabilidad política, cultural, económica y social por un lapso superior a tres siglos y medio. Su ruptura, acaecida como consecuencia de las contradicciones regionales y políticas que derivaron en la guerra civil de 1898-1899 y el consiguiente traslado de los órganos del poder público, legislativo y ejecutivo, a la ciudad de La Paz, generó un conjunto de consecuencias económicas y políticas que no pueden ser superadas en más de un siglo y cuyos resultados más significativos son: el debilitamiento del Estado nacional, la carencia de un mercado nacional al que concurran todas las regiones en igualdad de oportunidades, la ausencia de la producción social capitalista y el desequilibrio y desintegración regional entre otros aspectos. En homenaje a la verdad, debe decirse que el traslado del punto de gravedad política nacional a la ciudad de La Paz, ubicada en el extremo occidental de Bolivia, influenciada por los intereses geopolíticos establecidos para el sur del Perú y el norte de Chile y alejada de todas las regiones de Bolivia, no garantiza la constitución de un orden geopolítico favorable al desarrollo y al logro del bien común de la sociedad boliviana y si bien no es la única razón para la existencia de nuestro males, es una causa que por injusta e intolerable debe resolverse.


Los derechos que ostenta la capital de la república de Bolivia, emergentes del proceso de formación de la nación boliviana, además de sustentarse en razones de orden económico y geopolítico, se expresan también a través de normas jurídicas cuyo denominador común es que todas ellas fueron sancionadas a través de reuniones legislativas constituyentes, por tanto, su naturaleza jurídica es de orden constitucional. En cambio, la residencia de los órganos del poder público, legislativo y ejecutivo, en la ciudad de La Paz no posee un origen soberano, no emerge de la voluntad democrática del pueblo boliviano, carece de legalidad y legitimidad y, consecuentemente, es inconstitucional.


La primera norma jurídica que concede a la ciudad de Sucre el rango supremo de capital de la república de Bolivia y, por lo mismo, sede de todos los órganos de poder del Estado es el Decreto de 11 de agosto de 1825, emitido por la Asamblea General Constituyente, la primera y única de carácter originario, a quien la sociedad boliviana le debe su organización como Estado nacional, republicano, unitario y democrático, cuyo punto 14º establece: “La ciudad capital de la república y su departamento se denominarán en lo sucesivo Sucre”. La segunda disposición jurídica es la ley sancionada el 30 de junio de 1826 por el Congreso General Constituyente y promulgada por el mariscal Sucre el 1 de julio de aquel año, dispone: “… El congreso Constituyente faculta al padre de la patria y fundador de Bolivia, Simón Bolívar, para que designe el sitio en donde hade construirse la nueva ciudad Sucre y mientras se levanten los edificios necesarios para el gobierno y cuerpo legislativo, Chuquisaca se declara capital provisoria de la república.” La tercera es la ley sancionada por el Congreso General Constituyente el 10 de julio de 1839 y promulgada el 12 de aquel mes y año por el presidente José Miguel de Velasco, cuyo texto normativo establece inequívocamente que: “… La ciudad de Chuquisaca es la capital de la república de Bolivia y conforme a la ley de 11 de agosto de 1825 se llamará en adelante la ciudad Sucre.” Finalmente, la cuarta disposición jurídica es la ley sancionada por la Convención Nacional el 18 de junio de 1843 y promulgada en la misma fecha por el general José Ballivián que dispone: “… La capital de la república se titulará en adelante la ILUSTRE y HEROICA SUCRE.” Como puede advertirse, la capital de la república de Bolivia no sólo posee el respaldo jurídico necesario para respaldar su reivindicación de asiento legítimo de los órganos del poder público, sino, está demostrado, contrariamente a lo expresado por cierta corriente de opinión, que el asunto de la capitalidad plena de la ciudad de Sucre fue objeto de consideración de cuatro asambleas constituyentes, por tanto, éste es un asunto constitucional que incumbe a los intereses del conjunto de la nación boliviana.


Considerados los derechos de la capital de Bolivia sobre la base de los axiomas que informan a la filosofía jurídica, la geopolítica y del derecho positivo, corresponde ahora referirse a los hechos históricos que acaecieron al finalizar el siglo XIX y que inauguraron un centenario proceso histórico de disgregación económica, política, cultural, regional y geopolítica.


La conflagración civil que enfrentó al norte y al sur de Bolivia tiene como causas inmediatas las siguientes: primera, la caída del precio de la plata al finalizar el siglo XIX y el ascenso del valor del estaño, circunstancia que enfrentó a la burguesía de ambas ciudades por el dominio de los yacimientos estañíferos; segunda, la definición de un programa nacional de comunicación vial que contemplaba la prolongación del ferrocarril central norte-argentino, el funcionamiento de la ruta Antofagasta-Oruro y el proyecto de comunicación con el río Paraguay, propuestas que afectaban los intereses comerciales de La Paz en tanto único acceso natural a Bolivia y, tercera, la división del Chaco entre Santa Cruz, Tarija y Chuquisaca, especialmente cuando se comprobó la existencia de petróleo en aquella región. Sin embargo, las pretensiones políticas de La Paz, en general, no procuraron afectar la capitalía constitucional que indiscutiblemente posee la ciudad de Sucre, su objetivo descansaba en la circunstancia de dejar irresuelto el tema del asiento del Poder Ejecutivo y del Congreso Nacional. Sin embargo, estas contradicciones de orden regional no fueron lo suficientemente graves como para alcanzar el grado de confrontación bélica civil a la que llegaron al finalizar el siglo XIX. En realidad, la causa inmediata de la conflagración tuvo que ver con las disensiones políticas establecidas entre el Partido Constitucional y el Partido Liberal, quien, encontrándose bloqueado en su acceso al poder por la concreción de su programa de realizaciones económicas llevada a efecto por el constitucionalismo y la inviabilidad de sus convicciones ideológicas, renovó el asunto de la radicatoria de los órganos del poder público como un eficaz instrumento de movilización política.


En el Congreso de 1898, reunido en Sucre entre octubre y noviembre de aquel año, se consideró primero la cuenta del estado de sitio que se había decretado para la ciudad de La Paz en enero de 1898 y después el asunto de la capitalía. En el primer debate, donde los constitucionales obtuvieron una contundente victoria, la discusión evidenció el estado de confrontación política entre el liberalismo y el constitucionalismo. En cambio, en el segundo debate, que se caracterizó por la manifestación de los intereses regionales de los representantes del sur y del norte y cuyo resultado fue la sanción de la ley de radicatoria, los liberales alcanzaron una victoria política incuestionable que restringía la respuesta del Partido Constitucional y del presidente Severo Fernández Alonso a la resolución de un grave dilema: si se vetaba la ley de radicatoria se alzaba Chuquisaca bajo la conducción política de su senador José Manuel Pando y si contrariamente se promulgaba la referida ley se rebelaba La Paz conducida políticamente por el coronel Pando, quien, en última instancia, respondería favorablemente a los intereses del departamento de donde era originario. El presidente Fernández Alonso, cuyo partido atravesaba por un grave cisma orgánico que le impedía responder coherentemente a la situación planteada por el liberalismo, no encontró otra salida que la promulgación de la ley de radicatoria, acto que se verificó el 29 de noviembre de 1898. Poco tiempo después, el 10 de diciembre, el Presidente salió de Sucre hacia La Paz para concretar una visita administrativa y política y no en campaña militar.


La respuesta de la ciudad de La Paz a la promulgación de la ley de radicatoria fue inmediata: organizó un comité federal, convocó a sus representantes a replegarse y remitió al Presidente un telegrama, fechado el 6 de diciembre, solicitando la inmediata convocatoria a un Congreso Extraordinario para considerar un proyecto de cambio de forma de gobierno, solicitud que no fue atendida en vista que no procedía de una institución legítima ni constitucional y no contemplaba los procesos de tramitación legalmente establecidos. Con esta repuesta, en conocimiento que el Presidente había salido hacia Oruro para pasar luego a La Paz y con el retorno del Ministro Macario Pinilla, La Paz profundizó el estado de sedición y desobediencia política. El 9 de diciembre llegó el Ministro a la ciudad, el 11 el pueblo concurrió a votar en las elecciones de munícipes para hacer imperar la lista propuesta por el Comité Federal, el 12 de diciembre se declaró en insurrección y organizó una Junta de Gobierno conformada por Serapio Reyes Ortiz, José Manuel Pando y Macario Pinilla y nombró a Eliodoro Camacho como general en jefe del Ejército Federal. Con la insurrección de la ciudad de La Paz, conocida por el presidente Fernández Alonso en Challapata, el 15 de diciembre de 1898, y los aprestos militares mandados a realizar por el gobierno y la junta de la ciudad de La Paz, la disensión política y regional alcanzó las dimensiones de una conflagración civil.


Una revisión somera de las acciones militares emprendidas por los contendientes entre diciembre de 1898 y abril de 1899 permite precisar que la guerra se desarrolló con la realización de los siguientes incidentes: El ejército constitucional, conformado por elemento bisoño e inexperto, salió de Oruro el 24 de diciembre de 1898 ejecutando una penetración frontal y rápida hacia Viacha, localidad que fue ocupada el 29 de enero de 1899. En esta maniobra los constitucionales cometieron los siguientes errores: primero, se dislocaron del apoyo de su retaguardia y, segundo, se alejaron de sus fuentes de aprovisionamiento logístico. Estos errores impidieron contar en el tiempo oportuno los bastimentos y las municiones para los fusiles máuser y los cañones krupp para atacar las barricadas paceñas. Hacia el 23 de enero, un mes después de su salida de Oruro, los constitucionales se encontraron en la necesidad de dislocar sus fuerzas en dos destacamentos: uno para procurarse víveres en Corocoro y otro para escoltar las municiones que se encontraban estacionadas en Ayo-Ayo. Pando y Camacho, cuyas fuerzas habían recibido una dotación de armas modernas, comprendieron el estado especial de la situación y atacaron el 23 de enero a las fuerzas de Alonso en Cosmini, después de un riguroso sitio sobre las fuerzas constitucionales en Corocoro y permitieron la feroz masacre de Ayo–Ayo, el 24 de aquel mes y año, cometida contra los heridos del anterior combate y los enfermos de las columnas constitucionales que se quedaron en la iglesia de ese pueblo al amparo del derecho de gentes, mientras el grueso de las fuerzas derrotadas emprendía una presurosa retirada.[3] Ante tan desastrosa situación, el constitucionalismo no tuvo otra alternativa que replegar sus fuerzas hacia Oruro, donde pudo recuperarse y cobrar fortaleza.
Pando, que había avanzado hasta Sica – Sica, encontró a los Constitucionales nuevamente agrupados, por lo que desestimó un ataque frontal sobre la ciudad de Oruro. El 4 de marzo de 1899 propuso al presidente Severo Fernández Alonso un acuerdo de paz sobre la base de la reunión de una Constituyente de libre elección, para que resolviera la iniciativa que La Paz tenía presentada a la nación. Enseguida, proponía al Presidente de Bolivia que cesara su mandato para proclamar la presidencia del doctor Belisario Boeto, quien era presidente de la Corte Suprema, para que convocara a dicha Constituyente. Finalmente, Pando señalaba que la guerra corría el peligro de convertirse en una de razas, por lo que pedía a Fernández Alonso ayudar a pacificar el país y evitar la guerra que los indios tenían iniciada. Al responder a esta propuesta de pacificación, Alonso destacó que estaba presto a concurrir a cualquier solución que respetara la legalidad nacional, luego, señalaba que no estaba de acuerdo con una constituyente porque no podía declarar caduca la Constitución ni caducos los poderes de Senadores ni Diputados. Finalizaba indicando que no podía nombrar a ninguna persona, por más notable que fuese, Presidente de la República: “Soy Presidente Constitucional y no puedo obrar sino constitucionalmente”, [4] concluía.


A mediados de marzo de 1899, cuando la contienda civil había ingresado a un momento de estacionamiento de hostilidades y la rebelión indígena se encontraba en su máxima realización, Cochabamba se sublevó contra el orden constitucional, reivindicando el programa del liberalismo y la presidencia del coronel José Manuel Pando. Este hecho se constituyó en un punto de inflexión en el conflicto, porque, al prescindir de las reivindicaciones regionales paceñas en su programa, transformó la conflagración civil regional en una revolución liberal a la que pronto se sumaron Sucre, Potosí, Cinti y Lípez. Ante esta situación, que se definía progresivamente adversa para el futuro político del constitucionalismo en Bolivia, el presidente Severo Fernández Alonso se encontró obligado a realizar dos acciones: primera, dividió nuevamente sus fuerzas para enviar un contingente fuerte que sofocara la revolución cochabambina, acción que resultó infructuosa, y, segunda, buscó la resolución militar del conflicto en la batalla del Crucero de Paria, el 10 de abril de 1899, en la que los constitucionales fueron derrotados por el ejército federal comandado por el coronel José Manuel Pando y a la que el presidente Severo Fernández Alonso concurrió sin apoyo político, sin recursos financieros y, por tanto, sin el apoyo logístico suficiente para enfrentar con éxito una campaña militar. De esta manera, con la victoria liberal en el Crucero de Paria, Bolivia retornó al cauce del entendimiento político para la resolución de sus disensiones.


En cuanto a la preocupación de los liberales chuquisaqueños acerca de las propuestas paceñas de traslado de la capital y el proyecto de federalización de la república, el propio general José Manuel Pando se encargó de disiparlas a través de una carta dirigida a Eliodoro Villazón, fechada el 22 de abril de 1899, en la que le decía: “Queda acordado entre los miembros de la Suprema Junta de Gobierno, que las iniciativas de La Paz serán sometidas, en el simple carácter de tales, a la consideración de la próxima Convención Nacional. --- También queda acordado, consultando los derechos que tiene cada departamento de la República, que mantengan su autonomía, dentro del programa liberal, proclamado por la revolución, en Sucre, Potosí y Cochabamba.”[5] Por esta carta se puede entender que el general Pando desautorizó a los doctores Pinilla y Reyes Ortíz respecto a las pretensiones de la ciudad de La Paz a obtener el asiento del poder público y, asimismo, que los movimientos revolucionarios de Cochabamba, Sucre y Potosí transformaron el carácter regional de la guerra civil en un acontecimiento expresamente político.


Derrocado Alonso, el poder del Estado paso a la responsabilidad de la Junta de Gobierno constituida por Serapio Reyes Ortíz, José Manuel Pando y Macario Pinilla, que estuvo vigente hasta el 25 de octubre de 1899, fecha en la que fue posesionado como Presidente Constitucional de Bolivia, excepcionalmente elegido por la Convención de 1899, el general José Manuel Pando[6]. En ese medio año que le cupo administrar los intereses nacionales la junta existió dislocada por los antagónicos intereses políticos que en ella se expresaban, porque, según escribe el señor Rodolfo Soria Galvarro, que fue un atento observador de la época: “... los miembros constitucionales de ella, (padecieron) la frialdad del Partido Liberal vencedor y los desdenes del caudillo victorioso en el Crucero de Paria...” [7] El 14 de abril, los doctores Macario Pinilla y Serapio Reyes Ortíz, en nombre de la junta de gobierno, se apresuraron en promulgar un Decreto por el que declaraban a la ciudad de La Paz como capital de la república de Bolivia, en atención a que el servicio público así lo exigía y para atender las relaciones internacionales y la administración interna del país. El general Pando no suscribió ese decreto y, contrariamente a lo que se piensa, no estuvo de acuerdo con aquel, por considerarlo imprudente e inadecuado para la pacificación del país.


La Convención Nacional de 1899, tan exaltadamente solicitada invocando el nombre de la libertad, los principios del derecho constitucional, los altos intereses de la nación, la transformación del Estado y que cobró tan alto precio en vidas, recursos y la propia integridad nacional[8], se instaló al fin en la ciudad de Oruro el 20 de octubre de aquel año. Los convencionales de la nación no acudieron a ella tan solo para elegir excepcionalmente a un Presidente Constitucional, lo hicieron también para refrendar la organización de un gabinete enteramente liberal[9] que, contrariamente a las suspicacias liberales de dos décadas, no expresaba el sentimiento ciudadano de nacionalizar la política en el país. Antes de la elección presidencial los convencionales reunidos en Oruro reconocieron la vigencia de la Constitución de 1880, la misma que el presidente Fernández Alonso había defendido desde las borrascosas sesiones del Congreso de 1898 hasta su derrota en el Crucero de Paria y la misma ante la que el general Pando juraba respetar sus preceptos y la ley. Sin embargo, como la ley es sabia, se dejaba abierta la posibilidad para su reforma fundamental o parcial, por simple mayoría de votos y sin sujeción a los trámites establecidos en ella[10]. Quizá con esta posibilidad de reforma constitucional se tranquilizaba a aquellos que, en su derecho legítimo, creían en la organización federal del Estado boliviano y por aquella causa lucharon sinceramente o a aquellos para los que el traslado de la capital hacia la ciudad de La Paz era un objetivo de interés nacional, aunque no reconociera los derechos constitucionales históricamente adquiridos y se constituyera en la fuerza propiciatoria de un centenario proceso histórico de disgregación económica, política, cultural, regional y geopolítica.

REFERENCIAS

[1] LOAYZA VALDA, Joaquín. La sublevación chiriguana de enero de 1892 en el proceso de constitución de la identidad nacional y cultural de la nación boliviana. Conferencia leída en el III ENCUENTRO NACIONAL DE SOCIEDADES GEOGRÁFICAS Y DE HISTORIA DE BOLIVIA. Santa Cruz, julio de 2003.
[2] LOAYZA VALDA, Joaquín. La evolución de la música como evidencia de la formación y desarrollo de la nación boliviana. Conferencia leída en el I ENCUENTRO DE INTERCULTURALIDAD. Sucre, noviembre de 2006.
[3] El Diputado por Sucre, presbítero Juan Fernández de Córdova, que fue ejecutado en Ayo – Ayo, protagonizó una agria discusión con el diputado por La Paz Isaac Soria Campero en el ámbito de las deliberaciones acerca de la ley de radicatoria. En su intervención el Diputado paceño decía: “...Sin duda alguna, ha creído ese sacerdote levita, que comentando y transfigurando los hechos de las cámaras del 89, este pueblo ha de vengarse y cometer crímenes sin cuento... Se equivoca este sacerdote, que profetas ya no existen en este siglo. Por el contrario, un sacerdote que insidia a un pueblo, hace el papel de un soldado y aparece ante los ojos del pueblo, como un bandido o algo parecido a esos de los Vísperos Cilisianos de Roma.” CAMPERO, Isaac Soria. Historia del Parlamento boliviano de 1898 y la revolución de La Paz. La Paz. Boliviana. 1899. p. 98.
[4] REPUBLICA DE BOLIVIA. Anuario de Leyes, Decretos y Resoluciones Supremas de 1899. La Paz. Los Debates. 1900. P. 361 – 364.
[5] Carta del general Pando al jefe superior, político y militar del sud, doctor Eliodoro Villazón. Centro Bibliográfico, Documental, Histórico de la Universidad de Chuquisaca. Fondo documental Prefectura. Serie Correspondencia. 1899. Abril.
[6] Por Decreto de 14 de abril de 1899, promulgado por la Junta de Gobierno, José Manuel Pando fue ascendido al grado de general de división, accediendo a la opinión pública unánime de La Paz y como justa recompensa a los heroicos defensores de la República.
[7] SORIA GALVARRO, Rodolfo. Ultimos días del Gobierno Alonso. Reportaje Para la Historia. Valparaíso. Universo. 1899. P. 61 – 62.
[8] El 3 de enero de 1899, mientras el país se agitaba en el torbellino de intereses de toda suerte que produjeron la guerra civil de 1898 - 1899, el Dr. José Paravicini fundaba en el extremo septentrional de Bolivia, a orillas del río Acre, un puerto que le permitiría al país no sólo conectarse con la amazonía y con sus ingentes recursos naturales, sino, sentar su plena soberanía. Ese puerto se llamó Puerto Alonso. El 30 de abril de 1899, el gobierno del Estado de Amazonas del Brasil, descontento porque tal puerto afectaba sus intereses económicos promovió una sublevación contra las autoridades bolivianas iniciando la Guerra del Acre.
[9] El 27 de octubre de 1899 el presidente Pando organizó su Gabinete con las siguientes personalidades: Fernando Guachalla, relaciones exteriores y culto; Carlos V. Romero, gobierno y justicia; Demetrio Calvimonte, hacienda; Samuel Oropeza, instrucción pública y fomento; Ismael Montes, guerra. REPUBLICA DE BOLIVIA. Anuario de Leyes, Decretos y Resoluciones Supremas de 1899. La Paz. Los Debates. 1900. P. 200.
[10] Ibídem. P. 197.

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sábado, 9 de febrero de 2008

LA LETRA AUTÉNTICA DEL HIMNO A CHUQUISACA


El joven poeta Ricardo Mujía,
autor del Himno a Chuquisaca arbitrariamente adulterado

Texto Wilson García Mérida (Revista “OH” domingo 14 de enero de 2007)
Fotos Cortesía Luis Ríos Quiroga
IDENTIDAD Académicos y munícipes capitalinos restituyen la letra original del Himno a Chuquisaca, escrita por el poeta Ricardo Mujía, tras más de 50 años de una extraña deformación que sufrió aquel bello canto al Primer Grito Libertario
En noviembre del pasado año, a partir de una prolija recopilación documental realizada por el académico Luis Ríos Quiroga, los parlamentarios chuquisaqueños presentaron ante el Senado Nacional un Proyecto de Ley (todavía sujeto a su correspondiente tratamiento legislativo) que “reconoce la versión original del Himno a Chuquisaca” para subsanar “una superposición de versos que desdicen e incluso deforman la idea original del autor de dicho himno”.
Según Ríos Quiroga, la poesía de este himno fue alterada, “sin razón alguna”, a partir del año 1950. Aunque el investigador no identifica a los responsables de aquella deformación, lo cierto es que desde entonces los chuquisaqueños —especialmente los niños en las aulas— cantaban una oda a su gesta libertaria que, en monografías y cancioneros escolares impunemente publicados, es un mal “plagio” del original escrito por el poeta Ricardo Mujía.
Considerado uno de los poetas modernistas que mejor representó en Bolivia la vena lírica y romántica de Rubén Darío a comienzos del siglo XX, Ricardo Mujía obtuvo el Primer Premio en un concurso convocado en 1908 para celebrar los cien años del levantamiento chuquisaqueño del 25 de Mayo, destacándose entre 35 composiciones que compitieron en aquel histórico “Certamen Literario Musical”.
Ricardo Mujía, como todos los contendientes, participó en el concurso de 1908 bajo un seudónimo muy al estilo de la época y el suyo fue “Dick”.

UN RIGUROSO JURADO
En el informe del jurado calificador emitido en Sucre el 16 de enero de 1909 con la firma de José María Linares, N. Ortiz y J.M. Urdininea, se lee:

“Con todo, los lijeros defectos apuntados por nosotros, que probablemente no le sean para otras personas, no empañan la nítida belleza de esta composición, firmada por Dick; de tal suerte que la calificamos en primer lugar y por ende, digna del primer premio, como justo galardón al superior poeta, a quien nosotros olvidando tal vez las bondadosas tolerancias de imparciales juzgadores, hemos tratado rudamente extremando las censuras de la crítica negativa sin elogiar lo bastante (pues para ello nos faltarían palabras) todas aquellas partes —que son casi la totalidad del himno— en que el cantor al 25 de Mayo se muestra delicado, tierno y pródigo de vehementes arranques de entusiasmo patriótico”.
En su riguroso escrutinio y afán perfeccionista, el jurado calificador había observado algunas líneas del poema sugiriendo su modificación; pero Mujía los mantuvo tal cual los había presentado en el concurso. Los calificadores no insistieron y dejaron que el “inspirado vate” conserve intacto su texto, “esperando nos disculpe, siquiera en mérito de lo mucho, pero mucho, que nos ha gustado su himno”.
El poema fue musicalizado con una composición de Eduardo Berdecio, quien participó en el concurso de partituras bajo el seudónimo de “Anton”. Eligieron esa música, en abril de 1909, los jurados Emilio Bonel,
Carlos Doynel, Otto Kenning y Cayetano Llovet. Berdecio adaptó su partitura a los versos de Mujía.

IMPUNE DEFORMACIÓN
El 2 de mayo del 2006, el Concejo Municipal de la ciudad de Sucre (llamada Chuquisaca durante la Audiencia de Charcas) aprobó una ordenanza “para socializar la letra original de nuestro himno en todas las instancias a nivel departamental, nacional e internacional”.
La municipalidad capitalina, mientras la Ley del Senado está pendiente de aprobación, ya restituyó oficialmente la letra original y la difunde mediante su portal de internet.

Una comparación entre la letra original compuesta por Ricardo Mujía y el “himno trucho” que no se sabe quien impuso, no deja de escandalizar. La adulteración ha sido extrema y se diría depredante, tanto así que atenta contra la identidad histórica del pueblo chuquisaqueño y contra la memoria del poeta Mujía.
El autor, dice Luis Ríos Quiroga en la nota preliminar de su recopilación documental, “redujo toda su expresión literaria, la finalidad política de libertad. Lo más sustancioso del himno gira precisamente alrededor de este eje; una manera de difundir las ideas libertarias y el recurso de proselitismo político usado por los revolucionarios de Mayo para sembrar las ideas libertarias en el continente”.
Sin embargo esa épica concepción es destrozada en la versión deformada.
Ricardo Mujía estructuró sus versos en tres estrofas y cuatro coros, con un total de 10 párrafos. La versión deformada abarca seis estrofas totalmente desconectadas y sin relación alguna con la estructura original.

El contenido también ha sido adulterado sin piedad. Como observó Juan José Pacheco Balanza en el prólogo al trabajo de Ríos Quiroga, encontramos en el poema original bellas metáforas gestadas por Ricardo Mujía, como por ejemplo en la primera línea del Himno que dice: “A la luz que al surgir en oriente”, que fue sustituida por “A la luz sonrosada del oriente”.

ESTROFAS Y COROS
Pero el desastre es más ostensible al constatarse la alteración en el orden de las estrofas.
El coro con que se inicia el canto de Mujía ha sido transferido al tercer párrafo de la versión adulterada, la misma que comienza con el cuarto párrafo del original. Para colmo, el verso original “Coronada de lauros la frente / Canta ¡oh pueblo! tu gloria inmortal”, ha sido suplantado por “Deja oh Charcas que irradie en tu frente de la gloria el laurel inmortal”.
Por si fuera poco, la tercera estrofa y los dos últimos coros que la rodean originalmente, han sido suprimidos sin más qué decir.
El profesor Luis Ríos Quiroga, quien obtuvo del Archivo y Biblioteca Nacionales — y de manos de Gunnar Mendoza— copias autenticadas del texto y de la partitura que ganaron en el certamen del 908, busca reivindicar la obra de Ricardo Mujía, acercándonos al Bicentenario de 25 de Mayo.
“Por consiguiente” —reclama Ríos Quiroga— “el Himno a Chuquisaca, en letra del poeta Ricardo Mujía y música de don Eduardo Berdecio, debe considerarse oficial porque además de galardonados con el Primer Premio en el certamen de 1908, ubican el pensamiento de libertad en un contexto histórico-social que recuerdan a los próceres de mayo, fieles intérpretes de un mandato: la soberana voluntad de un pueblo cuyo destino era y es la libertad”.

Coro
A la luz que al surgir en oriente
acaricia tu sien virginal,
levantando dichoso la frente
canta ¡Oh pueblo! tu gloria inmortal

Primera estrofa
"Libertad, Libertad" es el grito
que se escucha doquier resonar,
de las grietas andinas al llano
y del llano a las ondas del mar
El pampero le lleva en sus alas
hasta el antro en que ruge el jaguar,
y en las rocas los nidos de cóndores
se estremecen al oírle vibrar

Coro
¡Veinticinco de Mayo! En oriente
del sol brilla en el carro triunfal
coronada de lauros la frente
canta ¡oh pueblo!, tu gloria inmortal

Segunda estrofa
"¡Libertad, Libertad!" y descienden
las legiones al campo a luchar,
y sucumban los héroes clamando:
"¡Nuestra vida por ti, Libertad!"
Vencedores las huestes altivas
forman pueblos, familia y hogar,
y en el cielo dibújase el "iris"
que cobija su dulce heredad

Coro
Bajo el iris que asoma en Oriente
de las nubes tras roto cendal,
coronada de lauros la frente,
canta ¡Oh, pueblo! ¡Tu gloria inmortal!

Tercera estrofa
"Libertad". Es el grito potente
fuiste tú la primera en lanzar,
de los Charcas gloriosa ciudad!.
Veinticinco de Mayo es el nimbo
de la luz circunda tu altar
donde dejan los pueblos hermanos,
sus ofrendas de amor y de paz!

Coro
Que tu nombre en América vibre
como nota de su himno triunfal,
corazón de la América libre,
canta, canta tu gloria inmortal
Dick (Ricardo Mujía)

BREVE SEMBLANZA DE RICARDO MUJÍA
Ricardo Mujía nació en Sucre en 1861. Tenía 47 años cuando escribió el Himno a Chuquisaca. Además de su producción literaria que abarca sus “Ensayos Literarios” publicado en Buenos Aires en 1891, “Poesías Líricas” en 1898 y “Penumbras” en 1928, es también autor del himno al Colegio Junín de su ciudad natal.
Ejerció la diplomacia en plena crisis de la Primera Guerra Mundial, trabajó a fondo el tema marítimo presionando a Chile con estrategias muy creativas. También fue embajador en Italia, además de canciller.
Es autor de un voluminoso y visionario estudio sobre los límites con Paraguay, a partir de lo cual representó a Bolivia en Asunción firmando el famoso Protocolo Ayala – Mujía de 1913.
Un hijo suyo que se asentó en Paraguay, Benjamín, contrajo nupcias en 1920 con la célebre beldad asunceña María Anselma Clotilde Heyn Denis, más conocida como Anselmita, quien fue la primera “Miss Paraguay” elegida en 1915.
Ricardo Mujía falleció en 1934, en plena Guerra del Chaco.

jueves, 7 de febrero de 2008

RECONOCIMIENTO A LA CIUDAD DE SUCRE COMO CAPITAL DE BOLIVIA

Dr. Antonio Dubravcic-Luksic

Corría el año 1898. Bolivia perdió el mar en la Guerra del Pacífico 20 años antes y habían transcurrido 75 años desde su fundación, algunos renombrados ciudadanos de La Paz, se alzaron en lucha por el poder. Posteriormente los hechos aclararon que el interés estuvo centrado en el auge de la explotación del estaño, constituyendo una nueva fuente de ingresos para la oligarquía minera, sus intereses económicos, personales y sed de poder.

La sociedad Chuquisaqueña y su dirigencia, preocupada por el desenfreno que la fiebre minera hubo desatado, hizo que el Presidente Severo Fernández Alonso promulgara la “Ley de Radicatoria” disponiendo que los tres Poderes del Estado tengan como residencia permanente en la ciudad capital Sucre, mientras que La Paz preparó la tenencia del Poder y el Estado. El parlamentario Abel Iturralde argumentó: "La Paz no acepta otro trato que no sea el que le corresponde por sus condiciones económicas y por el tamaño de su actividad”.

La reconformación del poder del Estado, significó el desplazamiento de la oligarquía minera de la plata, concentrada en el eje Potosí – Sucre, por la naciente burguesía del estaño que se focalizó en el eje Oruro – La Paz, esta reconfiguración afectó los intereses de la clase minera. Nació de esta manera la idea de un cambio de liderazgo, fruto de la confrontación entre las facciones liberal y conservadora de la élite dominante. La Paz y su dirigencia reaccionaron amenazando con independizarse (o anexarse al Perú) y formar su propio país junto a las ciudades de Oruro y Cochabamba, que de alguna manera también se veían beneficiadas del auge del estaño. Bajo estas circunstancias, viéndose afectados los intereses económicos, políticos y el poder en peligro, se creó la Federación de La Paz conformando un gobierno de tendencia liberal. El Presidente de la República Dr. Severo Fernández Alonso, tomando en cuenta el peligro que significaban las posiciones extremas de la oligarquía paceña, intentó en varias oportunidades un acercamiento al diálogo entre las dos regiones.

Mientras tanto La Paz continuó con sus planes de reconfiguración de poderes.Lamentablemente cuando se planteó la posibilidad de un arreglo con los paceños, fue demasiado tarde, la guerra civil era inminente, surgieron las hostilidades y el general José Manuel Pando, acompañado de Macario Pinilla y Serapio Reyes Ortiz, organizaron la Junta de Gobierno en La Paz, estimulando la confrontación regional para alcanzar el Poder.

El gobernador de La Paz, Federico Zuazo, ordenó la compra en el Perú de 2.500 fusiles Mannlicher, 500 carabinas Winchester y otras armas. Los originarios aimaras, encabezados por el temible Zarate Willca, se unieron al General Pando. El primer combate se desarrolló en la aldea de Cosmini. Los federales emboscaron a los constitucionales causándoles más de 50 muertos. Los sobrevivientes huyeron a la población de Ayo Ayo. Los heridos fueron alojados en la iglesia de esa localidad bajo custodia del párroco, pero al día siguiente todos fueron masacrados por los “originarios federalistas”.

Pando envió un escuadrón a Cochabamba, en la población de Mohoza tuvieron un conflicto con los originarios. En el transcurso de la noche, en el templo de la localidad, 120 hombres desarmados fueron asesinados al estilo Ayo Ayo. Posteriormente el Gral. Pando hizo ejecutar a su aliado Zárate Willca.

La batalla final se dio el 10 de abril de 1899.El General Pando contó con un ejército de 2.500 soldados y 20.000 indios. El Presidente Fernández Alonso disponía de 2.300 soldados. Es de esta manera que en el año de 1899 se definió el tema de poder, con la masacre de Ayo Ayo. Para Sucre, la pérdida de la capital resultó peor que perder el mar.

El 14 de abril de 1899, la Junta Federal decretó: "Artículo 1: La ciudad de La Paz es la capital de la República". Pando no pensaba de la misma manera y respondió: "El cambio de la República sería declarar otra guerra civil". Esto generó una crisis con los paceños, por lo que se decidió convocar en Oruro a una Convención Nacional. La Convención decidió la designación del General Pando como Presidente de la República.

El asunto de la capitalidad fue archivado, porque no había consenso (aunque posteriormente trasladaron el Ejecutivo y el Legislativo).

¡Éste fue el grandioso final de la guerra federalista frustrada!!

La ciudad de Sucre ingreso al siglo XX con profundas heridas que continúan hasta el presente.

El hecho de haber perdido la Sede de Gobierno, en una revolución mal llamada “federal”, ocasionó una frustración colectiva en Chuquisaca, de la cual no puede reponerse hasta la actualidad

¡Honor y Gloria! Al Comité Interinstitucional de Chuquisaca, y al valeroso Pueblo de Sucre por los 100 días de lucha en defensa de la Democracia y la legitimidad

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