Chuquisaca Ultrajada
Sergio Villa Urioste
Le puse ese nombre a este artículo, por los hechos ocurridos en el pasado, los que son muy tristes para todos los habitantes de esta región.
1º.- Durante el inicio de la Colonia y cuando ya se tenían establecidas las superficies territoriales de los Arzobispados, Obispados, Gobernaciones e Intendencias, la gobernación del Paraguay fundó algunas poblaciones en los terrenos colindantes a la ribera derecha (oeste) del río que lleva su nombre. Casi inmediatamente después de esto la Audiencia de Charcas se enteró de estas colonizaciones, y conminó a dicha gobernación a que dejara de hacerlo y que abandonasen las ya fundadas; en dicha orden les informaba que esos territorios pertenecían a la Intendencia de La Plata, y que el límite natural entre ambos territorios era el río; la gobernación del Paraguay amonestada, una vez recibida esta orden abandonó las poblaciones fundadas. También es cierto que les hubiera sido muy difícil para los colonizadores sostenerlas, pues desde el inicio de sus asentamientos se vieron hostigados por los guaraníes (chiriguanos), quienes les hacían muy difícil y peligrosa la supervivencia en esos territorios por el casi permanente estado de asedio en que vivían los colonos por los belicosos y aguerridos nativos.
En el Chaco, desde el Abapó, desembocadura del río Grande a las planicies orientales, y siguiendo el paralelo 18º 27’ 32” latitud sur, como promedio – según don Ernesto Otto Rück –, porque la colindancia entre las dos gobernaciones, Santa Cruz y La Plata, iba zigzagueante hasta llegar al río Paraguay – y según don Nicanor Mallo, este límite terminaba en el río Paraguay, en el paralelo 19°. – todo el territorio de la Intendencia platense era desde este límite con la gobernación de Santa Cruz hasta el río Bermejo; y al este, hasta el río Paraguay, límite natural con la Gobernación que lleva el mismo nombre que el río.
Información aparte: Los quechuas le dan el nombre de “Chaco” a un corral donde encierran a varias clases de animales, llamas, ovejas, reses, aves de corral, etc.; este nombre le pusieron los Incas a esa región porque existen muchas tribus chiriguanas (nombre que les pusieron los Incas a los guaraníes). No pude establecer del por qué le pusieron el nombre de “Chaco” a ese territorio, quizás por haber algunas variantes, superficiales desde luego, de su propia lengua entre una tribu a otra; o tal vez porque notaron que sus facciones físicas eran algo diferentes entre tribus.
Los chiriguanos vivían en una guerra casi permanente entre tribus, y el único motivo que los inducía a estos enfrentamientos, era el saqueo pero, cuando algún extraño se metía en sus territorios formaban alianzas y se unían para enfrentar al invasor.
Otro territorio que era de esta Intendencia, era lo que hoy es el Departamento de Oruro, con él se conectaba por una franja angosta que se encontraba entre Potosí y Cochabamba. Cochabamba posteriormente se hizo una sola Gobernación con Santa Cruz. Al noroeste, parte de la provincia de Vallegrande, posiblemente en un 20 ó 25% de su superficie actual, también debió pertenecer a la Intendencia de La Plata. Eso sí, no conseguí la información que me indique si en esas épocas administraba la Intendencia platense ese territorio, situación que la veo muy difícil de haberse hecho efectiva, pues me parece que el límite natural entre las dos gobernaciones era el Río Grande, y por esta razón creo que hubiera sido muy natural que corresponda a la Gobernación colindante, Cochabamba-Santa Cruz. Solamente por la división establecida por el Virrey del Perú, que determinaba que los territorios de los Arzobispados y Obispados definían los límites entre las Intendencias, me hizo deducir el límite platense entre las dos gobernaciones, en el territorio vallegrandino.
2º.- La primera pérdida territorial que sufrió la Intendencia de La Plata fue cuando el Virrey Toledo, estando en esta ciudad, le ordenó a don Luís de Fuentes que fundara un Fortín con el nombre de Villa de San Bernardo de la Frontera (1574), instruyéndole muy especialmente que los colonos formaran familias e incluso que las llevaran allá para que se asentaran estableciendo una población colonizadora permanente entre todos los residentes. Esta instauración se hizo con el propósito de crear un bastión que frene las incursiones chiriguanas. El sitio donde se edificó el baluarte y los terrenos o territorios que se entregaron a los colonos para que creen sus fuentes de supervivencia, abarcaba entre los ríos Pilcomayo (nombre original: “Ictica Araguay”) y Bermejo hasta el límite con el río Paraguay. Toda esta circunscripción perteneció otrora a la Intendencia de La Plata.
3º.- Durante la Colonia, cuando las gobernaciones de Cochabamba y Santa Cruz se fusionaron, la Audiencia de Charcas le adjudicó la tenencia de los territorios de la Chiquitanía y Moxos a la Intendencia de la Plata, debiendo ella administrarlos. El tiempo que duró esta administración, fue muy corto; supongo que las distancias existentes entre La Plata y esas regiones hacía poco menos que imposible regentarlas y por lo mismo, resultaba incongruente adjudicarle a esta Intendencia su conducción. Mientras tanto el Gobernador de Cochabamba-Santa Cruz, Viedma, otorgaba terrenos a los colonos dentro del territorio del dominio de la Intendencia de La Plata, a pesar de no estar estos dentro de la jurisdicción de la gobernación fusionada, actitud totalmente ilegal y que fue pasada por alto por las autoridades de la Audiencia, no habiendo hecho éstas ningún reclamo al respecto. Así se formó la Provincia Cordillera como parte de la gobernación cruceña y cochabambina, y digo formó, porque nunca fue fundada, ni durante ni después de la colonia, ya que hasta el momento en que escribo este artículo, no encontré ningún documento que certifique su fundación con la aquiescencia de la Audiencia (ni siquiera durante la República se legalizó su existencia), ésta institución era la única que podía autorizar dicho acto. Fue la segunda pérdida del territorio platense.
4º.- La tercera pérdida se produjo con el Decreto Supremo del 5 de Septiembre de 1826, promulgado por el Mariscal Antonio José de Sucre; con el que se fundó el Departamento de Oruro en el territorio perteneciente al Departamento de Chuquisaca.
5º.- La cuarta disminución de la superficie territorial chuquisaqueña ocurrió cuando el Congreso emitió la Ley del 10 de Noviembre de 1898. Con ésta se anexó definitivamente al Departamento de Santa Cruz, desde el paralelo 18º 27’ 32” hasta el que se encuentra entre las poblaciones de Cuevo e Ivo, quedando Cuevo para Santa Cruz e Ivo para Chuquisaca, y desde la Cordillera del Incahuasi hasta el río Paraguay pasó a la jurisdicción de Santa Cruz.
6º.- Con la misma Ley del 10 de Noviembre de 1898, se cercenó a Chuquisaca toda la región donde se encuentra Villamontes, es decir, la margen izquierda (noreste) del río Pilcomayo, territorio que pertenecía a la Provincia Azero del departamento cercenado. Entre los dos departamentos vecinos, solo dejaron una franja para Chuquisaca que llegaba hasta el río Paraguay. Antes de la Ley citada, el límite natural con el Departamento de Tarija era el río Pilcomayo, y las personalidades tarijeñas que intervinieron en este litigio, exigían que se les entregara, también, el territorio del Ingre, territorio colindante a ese departamento. Afortunadamente los congresales que dictaron esa Ley, se compadecieron de Chuquisaca y no se satisfizo ese pedido. Así fue la quinta mutilación de la Chuquisaca Ultrajada.
Resumiendo, Chuquisaca perdió todo el Departamento de Oruro con su agricultura, ganadería y minería. Posiblemente parte de la Provincia de Vallegrande, con su ganadería y agricultura. La región de El Mutún, con el hierro, manganeso, ganadería y agricultura. Toda la región de los bañados del Izozog: ganadería y agricultura. La región de Cordillera, ganadería, agricultura, gas y petroleo. El territorio de la ribera izquierda (noreste) del río Pilcomayo, incluido Villamontes: ganadería, agricultura, gas y petroleo.
Por esos años (1898/1899), le dieron otro regalo penoso sus hermanos del norte a este pueblo manso, y que aún hoy continúa así, aguantando. De un momento a otro le llegaron noticias que unos hombres violentos del norte los retaban a la guerra, porque a estos “les dio la gana” de trasladar la sede del Gobierno a su ciudad. Estos hombres tenían un espía incrustado en medio de los senadores que representaban a Chuquisaca. Este traidor le mintió al Presidente Fernández Alonso diciéndole que iría a su ciudad para apaciguar los ánimos de los hombres violentos; cosa que no hizo, ya que él, cuando se reincorporó a su pueblo, sufrió una metamorfosis similar a la que les ocurre a los renacuajos que se convierten en sapos e inmediatamente se involucró en esa sublevación para que poco después dirija al ejército del norte, y personalmente se encaminó hacia el enfrentamiento de los norteños contra los del sur. Pero, así como era traidor, también fue cobarde, ya que recurrió a la influencia de su esposa, una cacica aymara, para que incite a otro cacique aymara para que se involucrara en el conflicto, una vez conseguido esto, Pando abrió la caja de Pandora y de ahí salió Zárate Villca con todas sus hordas, este señor era más conocido como “el terrible Villca”, y era otro de los hombres violentos del norte. Y fueron estas hordas aimaras dirigidas y azuzadas por su cacique, las que hicieron de “carne de cañón” para el ejército paceño, porque ellos fueron los que en realidad arriesgaron sus vidas enfrentando al ejército del sur. Muy poco hizo Pando. Estas huestes fueron las que cometieron estragos contra el ejército que defendía la Constitución Política del Estado, Constitución violada por los hombres violentos cuyo cumplimiento de las leyes no les importaban. Las fuerzas paceñas hicieron muy poco ante la visión del trabajo de los indígenas aimaras. Estas multitudes le entregaron “el plato servido” al traidor Pando, quien posteriormente fue Presidente de la República en una Sede “de facto” e ilegítima por ser anticonstitucional. Y esta anticonstitucionalidad subsiste hasta hoy.
1898/1899, fueron los años más siniestros para Chuquisaca desde su conquista por los españoles, por las pérdidas de sus territorios y la sede del Gobierno, y muchos años de regocijo por el logro de los hombres violentos, que hasta hoy detentan “de facto” la Sede.
Además, nunca supe que el pueblo de Bolivia haya votado o decidido alguna vez que la Sede se vaya a La Paz. ¿Hubo algún Referéndum nacional que decida trasladar la Sede?, y pregunto de otra forma, ¿hubo un voto directo de los ciudadanos que ratifiquen alguna Ley o Constitución que asigne a esa ciudad como residencia definitiva de los Poderes del Estado?
Pando, haciendo honor al calificativo que le doy de traidor, más tarde hizo ejecutar al hombre que le dio el poder de gobernar en La Paz: Zarate Villca, ¡vaya manera de agradecer!, ¿verdad?
Después, cuando los congresales paceños le pidieron que firmara la ley o decreto que indicaba que la nueva capital sería La Paz, este rechazó ese pedido y no quiso firmar dicho documento para no privarla de ese título a la ciudad que lo acogió y que después él mismo la traicionó. Quizás su “cara dura” ya no podía ocultar la vergüenza que tenía por la felonía que había cometido contra ese pueblo pacífico que había perdido tanto, y que le había dado la mano a este sujeto, dándole una silla senatorial para que represente a este departamento ante las Cámaras, y él se “agarró del codo”.
Don Franz Tamayo, paceño, como Director de “El Hombre Libre”, en cierta oportunidad publicó un artículo en el que comentaba:
“Los radicales con nuestro silencio, nos estamos haciendo cómplices del más espantoso atentado contra la vida nacional. Y muy concretamente los paceños tenemos una deuda muy grande que pagar a los hermanos del Sur. Puntos azarosísimos que “El Hombre Libre”, tendrá sin embargo el gran coraje de romper y tallar”.
Don Franz, a principios del siglo XX, se refería al total abandono que dejó el Gobierno centralista y secante de La Paz al Departamento de Chuquisaca, luego de la traslación de la sede a esa ciudad.
“Chuquisaca se muere”, es una obra escrita por don Rodolfo Solares Arroyo, publicada en 1917. En su página 14 nos cuenta que debido al abandono que sufría esta ciudad y su territorio circundante: la “Facultad de Medicina” estuvo a punto de ser rematada por una “deuda de Bs. 40.000 a un banco”, y que la “Escuela Normal de Maestros se encontraba en iguales condiciones, que los edificios públicos, colegios, cuarteles y escuelas amenazaban con derrumbarse por falta de unos mendrugos del presupuesto, cuando dineros cuantiosos se insinúan hasta las alturas, desafiando con la altivez de sus cúspides a las montañas vecinas, en forma de magníficas edificaciones………… en La Paz, “para el Instituto “Montes” de Bacteriología se ha comprado un edificio en Bs. 240.000, fuera de presupuesto.”
Y refiriéndome, nuevamente, al General Pando, veremos en seguida otra de sus traiciones, y esta vez la hizo a toda la República. En una publicación que hizo el periódico editado en la ciudad de la Paz, “El Nuevo Día”, que llegó al público en forma de cuadernillos y con el título “La Guerra Federal”, (no tienen fecha de su publicación). En uno de ellos leí un artículo que lleva el título de “Las obras publicas en la vida de los paceños”, escrita por la señorita Cynthia Chiappe Z. y el señor Álvaro Balderrama. De la página Nº. 7 del cuadernillo Nº. 13 de este escrito, copio solamente la primera parte:
“El período liberal iniciado en 1898 con la constitución de la Junta Federal y que estaría vigente hasta 1920, tuvo como telón de fondo el desplazamiento a la ciudad de La Paz de los poderes Ejecutivo y Legislativo, lo que tendría un significado político sin precedentes, fue la mejor manera de marcar el “antes y después” de una lucha anti-elitaria que había puesto en pugna los intereses de poderosos grupos de economía minera y hacendataria que terminó inclinando la balanza a favor de la nueva minería del estaño asentada en el norte.
La vida diaria al interior de la hoyada paceña que acababa de festejar 350 años desde su fundación hispana, no era hasta entonces muy alentadora: sus más de 50.000 habitantes consumían agua de la principal vertiente del río Choqueyapu, no contaban con una red de alcantarillado, ni llegaban a oír el sonido del ferrocarril que desde Antofagasta se dirigía a Oruro. La suave iluminación producida por un precario sistema de arco voltaico, apenas dejaba ver las fachadas barrocas de una arquitectura que no mostraba cambios sustanciales con respecto al período colonial, dominando en el perfil urbano ocho conventos y más de catorce templos.
El flamante papel de sede de gobierno trajo aires renovadores y con ellos los paceños emprendieron nuevas formas de vida. Al menos en el aspecto de infraestructura la ciudad liberal tuvo un feliz desenlace, producto de no tan felices negociaciones con gobiernos extranjeros: como resultado de pérdidas territoriales Chile y Brasil indemnizaron al gobierno de José Manuel Pando con 300.000 y 2.000.000 de libras esterlinas respectivamente, que junto a los prometedores volúmenes de exportación de goma y estaño, dieron al gobierno los recursos necesarios para lograr como se diría en los años 20, una ciudad nueva que se viste a la europea, ostentando hoteles suntuosos, villas o chalets con aire orgulloso de disputar el terreno como en las ciudades en que se congestiona la población.”
¿No le parece, estimado lector, que la entrega de esos territorios nos resultaron más caros de lo que creíamos porque esos dineros se invirtieron solamente en una ciudad? ¿Y el resto de la república?... bien, gracias. Si eso no se llama centralismo secante, ¿qué nombre se le puede dar?
Con relación al traslado de la sede, el señor Solares Arroyo nos narra (el autor no sabía que el dinero pagado por el Brasil y Chile, por el Acre y el Litoral respectivamente, fue el que se usó en el reacondicionamiento de la ciudad de La Paz por decisión de Pando usufructuándolo para su ciudad):
“En 17 años que el gobierno tiene su sede en la ciudad del Illimani, ese centro ha llegado a ser, mediante esa influencia, – ya que no se puede contar con el factor industrial que es reducidísimo –, la ciudad de mayor amplitud comercial, urbana populativa de la república. Tiene tres ferrocarriles que la vinculan con el exterior, y uno que pronto se pondrá en contacto con sus provincias tropicales de los Yungas.”
Esas prebendas no las tuvo nunca Chuquisaca, ni siquiera cuando la residencia del Gobierno estuvo en esa ciudad.
Comentario del que escribe este libro: Por metro lineal, esta ruta a Yungas fue el FF.CC. más caro que se construyó en Bolivia, la prensa paceña de esa época hizo mucha crítica al respecto, y para opacar en algo la campaña que se hacía en esa ciudad contra el Estado, se manipularon las cuentas de gastos e hicieron figurar como si muchos de esos desembolsos se hubieran efectuado en el FF.CC. Potosí–Sucre. Esta ruta a Yungas no se concluyó nunca, igual que las de Sucre–Boyuibe, Santa Cruz–Trinidad y Cochabamba–Santa Cruz.
“Profusas líneas de tranvías. Avenidas bellas y amplias. Edificaciones – ¡qué edificaciones! –; sin exageración se puede sostener que La Paz se ha transformado totalmente…”
Más adelante escribe:
“Mientras tanto, ¿qué edificios materiales aportaron para Sucre los gobiernos que durante varias décadas establecieron su sede en esta tierra? No los conocemos, y podríamos desafiar a que nos los muestren.”
El único edificio que se construyó y no se concluyó nunca como se lo tenía planeado en esa época, fue el nuevo Palacio de Gobierno, el que hoy mismo está igual que antes, pues solo le hicieron unos cuantos “retoques” superficiales para darlo por concluido. Actualmente la Prefectura del Departamento ocupa la edificación.
Y el General Pando no se quedó “corto” en sus comentarios sobre las perdidas territoriales que sufrió nuestro país. En el “Diccionario Histórico de Bolivia”, Tomo II, Página Nº. 465, en el párrafo dedicado a él, transcriben una de sus declaraciones:
“Pando Solares, José Manuel: “… Al comienzo de la Presidencia la Cancillería peruana denunció, por inamistosa, la campaña de Chile contra el llamado “absurdo geográfico” de la existencia de Bolivia y proponiendo su reparto o “polonización” entre sus vecinos; aunque el plan quedó desbaratado en su aplicación inmediata global, prosiguió en su ejecución por etapas: lo demuestran, si no, los tratados de 1903 con Brasil, de 1904 con Chile, 1909 con Perú, 1925 con Argentina y 1938 con Paraguay, que en conjunto sustrajeron al país la mitad de su territorio. (Las pérdidas que para él, Pando, fueron una simple “definición geográfica de la nación”).